¿DE DÓNDE VIENEN LAS BALAS?

EL MISTERIO COMO RECURSO VISUAL

Esther Canals

Diari de Tarragona
Suplemento cultural Encuentros
Febrero de 2015

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«La ventana se abre de repente. La luz de la luna llena ilumina la cortina de seda que tiembla con la brisa. El resto de la estancia está sumida en la oscuridad. La sombra del monstruo sube las escaleras. Ella, en la cama, tiembla. Se deshace de su hermano y va a por ella, quien empieza a correr. Él se mueve a trompicones, pero ella tiene miedo. Tropieza y cae al suelo, de fondo vemos cómo él se acerca.»

A pesar de estar rodeados de imágenes, cuando nos dejan solos ante ellas, sin ninguna palabra que nos coja de la mano, nos desconcertamos. Especialmente si esas imágenes son silenciosas, oscuras, desfiguradas; imágenes diferentes a las que nos tienen acostumbrados (explosiones de color, mensajes evidentes y simples, formas reconocibles); imágenes misteriosas... Nos desconcertamos y sentimos una extrañeza característica, aquella que produce el misterio. El misterio como recurso visual.

Un recurso del que se sirve, consciente e inconscientemente, el fotógrafo Alexandre Ayxendri. Eso se intuye dando un paseo por su web, un lugar pensado al milímetro, sobrio, sin alardes. Un lugar puramente visual. Misterioso. El misterio empieza en el momento en que nadie nos explica cuándo se dispararon esas imágenes, dónde, cómo, ni por qué. ¡Ni tan siquiera podemos ver la cara de quien lo hizo! Son disparos cuyas balas se nos acercan sin saber de dónde provienen ni con qué intención. Vamos a tener que aceptar la confusión. Viajar por esas imágenes con nuestro instinto y nuestro bagaje como únicos instrumentos de navegación. Interpretemos tal cual nos salga porque esa es la libertad que nos brinda el autor.

Susurros, frases inacabadas, sensaciones perdidas. Fotografías, algunas casi fotogramas, volátiles, que desconciertan y fascinan, que distorsionan el tiempo y el espacio. Fragmentos de un rompecabezas introspectivo cuya abstracta intimidad encripta la narración. Qué mejor Piedra de Rosetta que las referencias cinematográficas para empezar a montar las piezas: las sombras, los contrastes tonales y la iluminación onírica junto con las imágenes desdibujadas no representan una realidad formalmente entera y obvia, sino que transmiten emociones, tal y como sucede en el expresionismo alemán. Encontramos los mismos planos perdidos que utiliza el cine de terror clásico, con la preeminencia del fuera de campo de las películas de serie B y el juego con lo simbólico y sugerente puede llevarnos a Hitchcock.

El particular uso del blanco y negro nos traslada a las películas antiguas, al cine mudo; incluso el ruido visual en algunas de las fotografías (grano, texturas, polvo, rasgaduras, movimiento) recuerda el característico zumbido del proyector. Más allá del cine, este universo inquietante, misterioso, atemporal, fantasmagórico, ambiguo, se alimenta de la cultura visual en general y de esa tan reproducida necesidad de plasmar el paso del tiempo, la memoria de unas presencias veladas. Recuerdos íntimos que desaparecen, fundiéndose en la oscuridad. La eterna poética de la muerte.

El trabajo de Alexandre Ayxendri es una mezcla entre lenguaje e instinto. Imágenes configuradas y coleccionadas a partir de fascinaciones, nutridas de homenajes. Convertidas en residuos de la memoria. El misterio como principio y fin.