LABERINTO DE ESPEJOS
ÁLBUM
Alexandre Ayxendri
Extractos de la memoria artística de Álbum
2015
2015
Colecciono en linea antiguas fotografías domésticas, instantes anónimos que identifican una época concreta y describen celebraciones familiares, viajes o cualquier hecho particular. Cuando abro los sobres que contienen estas imágenes, confío encontrar alguna sorpresa impresa en los reversos del papel en forma de nombres, fechas o notas indescifrables. Las leyendas del Laberinto de espejos ofrecen ideas sobre qué esconden diez fotografías representativas del proyecto Álbum.
LABERINTO DE ESPEJOS
Camino hacia la arboleda cuando un hilo de luz desvela flores arrancadas. Sigo. Me esperan nuevos secretos en el circuito de madera y cuerdas donde jugamos. La cómoda es cubierta de documentos, ropa y objetos íntimos que desaparecen por el hechizo del tapiz antiguo. Los vidrios revelan chispas invisibles, polvo desmenuzado en recuerdos familiares. Mientras las brasas inician la ceremonia de la carne consigo huir a la nave de las máquinas, presidida por los delantales manchados que ha colgado en la puerta del contenedor metálico. El recorrido alternativo ofrece un magma de enseres en desuso, donde el relleno de la almohada cubre al letrero caído mientras acaricia la flora seca. Se levanta de la mecedora invocando una criatura sardónica que emerge de las tinieblas. Las dos villas se separan por el silencio de los cultivos. Al intermedio, se presenta una tartana rodante por un manto de gravilla que no existía. El último centinela de la estación nos muestra la promesa juvenil, escondida bajo una mesa blanqueada por el último aliento de la mañana. La inmersión al lago del Atlas se interrumpe por la vibración de una escultura que me encarcela. Quiero desenvolver el misterio del principio y fin. La sonrisa del rostro transfigurado interrumpe el rito.
Camino hacia la arboleda cuando un hilo de luz desvela flores arrancadas. Sigo. Me esperan nuevos secretos en el circuito de madera y cuerdas donde jugamos. La cómoda es cubierta de documentos, ropa y objetos íntimos que desaparecen por el hechizo del tapiz antiguo. Los vidrios revelan chispas invisibles, polvo desmenuzado en recuerdos familiares. Mientras las brasas inician la ceremonia de la carne consigo huir a la nave de las máquinas, presidida por los delantales manchados que ha colgado en la puerta del contenedor metálico. El recorrido alternativo ofrece un magma de enseres en desuso, donde el relleno de la almohada cubre al letrero caído mientras acaricia la flora seca. Se levanta de la mecedora invocando una criatura sardónica que emerge de las tinieblas. Las dos villas se separan por el silencio de los cultivos. Al intermedio, se presenta una tartana rodante por un manto de gravilla que no existía. El último centinela de la estación nos muestra la promesa juvenil, escondida bajo una mesa blanqueada por el último aliento de la mañana. La inmersión al lago del Atlas se interrumpe por la vibración de una escultura que me encarcela. Quiero desenvolver el misterio del principio y fin. La sonrisa del rostro transfigurado interrumpe el rito.
